Por qué te resistes al cambio si es lo único fijo

por | Sep 16, 2020 | Desarrollo personal, Psicología

Aunque pienses que no, tú también te resistes al cambio. Es muy cómodo permanecer en la zona de confort. Sin embargo el cambio es inherente a la propia vida. Tanto en lo personal como en lo profesional. Y en el mundo de los negocios ocurre lo mismo. Quedarse estancado en un producto o servicio es condenarse al fracaso. Ya lo dijo el filósofo Schopenhauer: «el cambio es lo único inmutable» y mucho antes el filósofo griego Heráclito: «Todo fluye, nada permanece. No es posible bañarse dos veces en el mismo rio pues nunca es el mismo rio y nunca el mismo hombre«

Razones por las que te resistes al cambio

Nuestro cerebro, para optimizar sus recursos, tiene tendencia a ahorrar energía. Está programado biológicamente para aferrarse a la estabilidad. Prefiere lo familiar al caos y lo cambiante. En las situaciones conocidas sabe cómo reaccionar, por lo que simplemente activa los patrones de respuesta predeterminados. Teniendo en cuenta este modus operandi, el cambio implica una alteración de ese sistema. El cambio altera ese status quo e implica un esfuerzo para buscar respuestas alternativas. Por eso nos resistimos.

Estas son las principales 8 razones por las que las personas nos resistimos al cambio.

  • Resistencia al riesgo.

Cuando los cambios encierran un nivel de riesgo elevado, podemos desarrollar una gran resistencia. Ese tipo de cambio nos obliga a salir de nuestra zona de confort, haciendo que abandonemos la seguridad y generando una sensación de miedo intensa. Por ejemplo: cambiar un trabajo estable como empleado para emprender un negocio por nuestra cuenta.

  • Resistencia por apego.

Nos cuesta mucho aceptar los cambios en las interacciones y los apegos que hemos establecido. Por eso, cuando el cambio trae implícita una transformación de las dinámicas relacionales, puede desencadenar una gran resistencia. Por ejemplo: La posibilidad de que una persona cercana a quien queremos se mude a otro país, suele generar una gran resistencia porque tendremos que asumir que los encuentros serán mucho más esporádicos y nos asusta que el lazo emocional pueda debilitarse.

  • Resistencia cultural.

Este tipo de resistencia al cambio tiene su origen en nuestras creencias, valores o incluso en los prejuicios y estereotipos compartidos culturalmente. Nuestra identidad – o al menos parte de ella – también descansa en la visión social que compartimos con un grupo de personas, por lo que si el cambio pone en entredicho esos valores, expectativas o creencias desarrollaremos una resistencia como medida defensiva para proteger esa parte de nuestra esencia. Por ejemplo: se encuentra una resistencia grande cuando se intenta erradicar una tradición popular arraigada.

  • Resistencia por intereses antagónicos.

La resistencia al cambio no siempre es un proceso inconsciente. A veces es el resultado de un análisis lógico y sistemático de la situación. Si consideramos que un cambio afecta nuestros intereses, deseos u objetivos, es normal que reaccionemos oponiendo resistencia. Por ejemplo: Una bajada de salario genera una resistencia comprensible ya que va en contra de nuestros intereses.

  • Resistencia por incomprensión.

Cuando el cambio nos coge por sorpresa, no logramos entender lo que está ocurriendo. De hecho, la mayoría de los cambios tienen «lagunas» que necesitamos llenar. Si no logramos llenar esos vacíos porque no le encontramos sentido al cambio, intentaremos refugiarnos en lo conocido, aquello que tiene sentido para nosotros. Por ejemplo: cuando una persona es abandonada por su pareja y esta no le da explicaciones que le permitan entender lo que ha sucedido.

  • Resistencia por negación de la realidad.

A veces los cambios traen consecuencias no deseadas que nos resultan difíciles de asumir. Si no disponemos de los recursos psicológicos necesarios para afrontar esos cambios, podemos poner en marcha mecanismos de defensa desadaptativos. Por ejemplo: este tipo de resistencia al cambio es común en los padres que se niegan a aceptar que sus hijos han crecido, de manera que continúan sobreprotegiéndolos y decidiendo por ellos como si fueran niños pequeños.

  • Resistencia por incertidumbre.

Casi todos los cambios traen aparejado cierto grado de incertidumbre. Si esa incertidumbre es demasiado elevada y no podemos gestionarla, puede generar una gran resistencia. Este tipo de resistencia es habitual en las personas que tienen un estilo de pensamiento más rígido y no cuentan con herramientas psicológicas para gestionar la incertidumbre. Por ejemplo: mudarse a otro país sin tener antes un contrato de trabajo o un plan estable de vida puede ser una posibilidad inaceptable para quienes no toleran la incertidumbre de los cambios. Entorno VUCA ¿sabes qué es y cómo te afecta?

  • Resistencia por sobrecarga.

Incluso las personas más flexibles y abiertas pueden experimentar una resistencia al cambio. Sobre todo cuando estos terminan acumulándose. Todos tenemos un umbral de tolerancia a la incertidumbre. Si experimentamos demasiados cambios, algunos de ellos importantes o vitales, en un corto periodo de tiempo, es comprensible que nos sintamos saturados psicológicamente y terminemos resistiéndonos a cualquier otro cambio que ocurra, por muy pequeño que sea o aunque sea positivo para nosotros.

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