Según un estudio realizado por la revista Chief Executive, la destreza más valorada por los líderes es el pensamiento estratégico. Sin embargo, más de la mitad de las compañías dicen que el pensamiento estratégico es una de las destrezas que deben mejorar sus líderes. Usar la estrategia es básico si se quieren tomar las decisiones correctas; es decir, las decisiones que lleven al éxito.
En los negocios, no es posible ver todo el panorama hasta que logramos una cierta «elevación». Lo importante es obtener una visión incluyente que nos permita entender qué es aquello que echa a andar el negocio, cómo funcionan las partes entre sí, cómo diferenciarnos de la competencia y cómo ofrecer valor y servicio al cliente. Por ello, los líderes deben pensar estratégicamente si quieren hacer triunfar a sus empresas. Esta visión elevada implica una agilidad mental, así como la habilidad de filtrar una marejada de información. La incapacidad de pensar estratégicamente puede ser desastrosa.
Según ciertos estudios, 70% de las compañías públicas cuyos ingresos se estancan verán una caída del mercado de capitalización de más de 50%. Las malas decisiones resultan casi siempre en un estancamiento de los ingresos. Cuando un negocio fracasa debido a un desempeño menos que perfecto, es probable que este patrón continúe por al menos diez años. Con frecuencia, esto implica un colapso total.
Qué es la estrategia
Una estrategia se define como la asignación inteligente de recursos limitados a través de un sistema único de actividades que satisfacen mejor al cliente que la competencia. Entre los recursos están el tiempo, el talento y el capital.
Algunos consejos para concentrarnos mejor en la estrategia son:
→ Metas: ¿Qué estamos buscando? Una meta es un blanco general.
→ Objetivos: ¿Qué queremos hacer específicamente? Un objetivo es un blanco específico.
→ Estrategia: Una estrategia establece el camino a seguir para lograr las metas y objetivos.
→ Tácticas: Una táctica ofrece la respuesta específica a cómo debemos proceder.
Cuando buscamos la manera de asignar los recursos, la estrategia constituye un plan más esquemático mientras que las tácticas son más específicas. Es importante conseguir un balance entre tiempo, talento y presupuesto si queremos lograr nuestros objetivos.
Si queremos elevarnos estratégicamente, debemos pararnos sobre un andamio construido con tres plataformas: el propósito de la compañía, el modelo de negocio y la dirección estratégica.
El pensamiento estratégico requiere de elevación tal y como propone Rich Horwath en su libro «Elevate«. Pero no se trata de alcanzar unos 30 mil pies de altura de manera metafórica. A esa altura lo único que veremos serán las nubes. Si queremos ver un panorama mejor, debemos elevarnos solo mil pies, desde donde podremos ver edificios, casas, puentes y calles. Debemos valernos de esta perspectiva para desarrollar la estrategia de la compañía.
Una vez que hayamos empezado una nueva iniciativa estratégica, debemos hacer una evaluación previa:
– Identificar los objetivos.
– Determinar el enfoque.
– Determinar los principales retos y cómo lidiar con estos.
– Seguir monitoreando los resultados.
Luego podemos formularnos las siguientes preguntas: ¿Qué salió bien? y ¿En qué áreas debemos mejorar? Al completar, adaptar o descartar la estrategia, debemos hacer una evaluación posterior: ¿Qué sucedió? ¿Cómo y por qué? ¿Qué aprendimos?
La estrategia inteligente
Una estrategia inteligente requieren de tácticas inteligentes. No debemos invertir tiempo y dinero en actividades que no nos acercan a nuestros objetivos. Podemos clasificar las tácticas en una matriz de cuatro casillas. En el eje horizontal tendremos «eficiencia con los clientes» y en el eje vertical tendremos «diferenciación«:
– Apuesta inicial: tácticas efectivas pero similares: estas tácticas son rutinarias. Pero funcionan.
– Impulsores: tácticas efectivas y diferenciadas: estas tácticas son las mejores. Nos diferencian de la competencia, son eficaces y rentables.
– Desperdicio: tácticas poco efectivas y poco diferenciadas: no hay ni que molestarse. Estas tácticas no funcionan y son comunes.
– Oro de tontos: tácticas diferenciadas pero poco efectivas: estas tácticas hacen que la firma se destaque, pero no generan ganancias.
[Tweet «La estrategia debe ser parte de las operaciones diarias de la empresa»]
La estrategia no debería ser una actividad anual sin mayor importancia. Debemos convertirla en parte de las operaciones diarias. Los gerentes deben conversar sobre la estrategia. Esta conversación debe ser abierta para que todas las partes puedan expresar su punto de vista. Debemos dedicarle a la estrategia el tiempo que esta se merece.
Psicólogo. Coach Ejecutivo. Fundador y CEO de SoyDigital Network, empresa especializada Digital Business Solutions. Profesor MBA en la Universidad Europea de Canarias. Online desde 1996.
Todo lo que hago es porque creo sinceramente que puede aportar valor a la vida o los negocios de otros.