Vivimos una época insegura, compleja y muy volátil. No apta para personas de mentalidad fija. Ahora la agilidad emocional es un must, una virtud que el verdadero líder debe incluir en su maleta. Susan David, autora del libro Emotional Agility, define la agilidad emocional como la capacidad de estar con nosotros mismos –nuestras emociones e historias y nuestros pensamientos– de manera valerosa, curiosa y compasiva. Y, una vez que hemos indagado sobre nosotros mismos y hemos comprendido cómo nos sentimos, ser capaces de tomar medidas conectadas con valores para que podamos amar, vivir y liderar de la manera que queramos.
Por el contrario, la «inagilidad» emocional ocurre cuando nos quedamos atrapados en pensamientos, emociones e historias que nos dominan y conducen nuestras acciones. Entorno VUCA ¿sabes qué es y cómo te afecta?
Agilidad emocional
Cuando somos ágiles, podemos crear un espacio, reconocemos cómo nos sentimos y que existen muchas formas de ser y muchas maneras de ver la misma situación y elegimos quién queremos ser. Esta idea se basa en la premisa de que vivimos en un mundo complejo y frágil en el que nuestros valores son una parte esencial de nuestra brújula; entonces, al contactarnos, conectamos con ellos y podemos pensar mejor en quién queremos ser en una situación específica. Ser resiliente es más importante que saber de tecnología
Hoy las empresas y organizaciones se enfrenta al gran reto de la transformación digital. Pero para afrontar este cambio se necesitan personas ágiles, empleados y directivos con agilidad emocional. Pero lo que sucede es que la misma complejidad que impulsa la necesidad de agilidad, la debilita. Por ejemplo, cuando las personas estás estresadas o bajo presión, terminan haciendo justamente lo contrario a lo que sería conveniente. En lugar de ser colaborativos, nos bloqueamos y nos convertimos en competitivos y tribales; en vez de generar ideas, nuestra atención perceptiva disminuye y nos volvemos mucho más enfocados en lo que está pasando en nuestra área o lo que estamos intentando lograr en el trabajo.
Necesidades humanas
Ser una persona con agilidad emocional está íntimamente relacionado con las cuatro necesidades humanas fundamentales que es importante alimentar y mantener satisfechas (tanto para una persona como para un equipo).
La primera necesidad es que todos queremos sentirnos competentes, que estamos desarrollando fortalezas y habilidades. Por eso, como líderes, para involucrar a las personas de manera efectiva siempre debemos ayudarlas a trabajar y optimizar sus capacidades.
El segundo motivador principal es que queremos sentirnos autónomos. Y en cuanto comenzamos a entorpecer nuestro sentido de autonomía, se pone en riesgo nuestro compromiso.
Un tercer motivador central para cualquier ser humano es la necesidad de pertenecer. Cada persona, sin importar si se trata de un niño o de un adulto, quiere sentirse parte de algo. Y así, los líderes que más generan compromiso son los que ayudan a su equipo a sentir que son parte de algo. Celebran los logros y esfuerzos y permiten que las personas pongan lo mejor de sí mismas en su trabajo.
Por último, un aspecto central de cualquier persona o equipo motivado es el compromiso con los valores y el significado que eso acarrea: la gente no solo quiere sentir que realiza una tarea, sino que su trabajo sirve para algo. Y así, los líderes que ayudan a las personas a conectarse con el significado de su trabajo son líderes que cultivan y crean de manera muy real un contexto en el que las personas pueden comprometerse con su trabajo.
Los 4 principios de la agilidad emocional
Estos son los cuatro pasos esenciales que guiarán a las empresas en el proceso de alcanzar agilidad emocional.
1) Mostrar nuestras emociones
Se trata de desarrollar o tener la habilidad de decir qué es lo que estamos sintiendo. Primero debemos contemplar nuestras emociones con cariño y curiosidad –sobre todo cuando no son placenteras– y luego poder transmitirlas sin pensar que eso traerá consecuencias negativas. Esto se conoce como seguridad psicológica. Forzar la positividad, en cambio, no permite avanzar con pasos seguros.
Se trata de aceptar las emociones, sin pensar en cómo deberíamos sentirnos. Por eso es importante que ayudemos a las personas de nuestro equipo a expresar sus emociones, que sepan que el lugar está disponible.
2) Separarnos de nuestras emociones
Esta instancia tiene que ver con el desapego, con alejarnos de nuestra voz interna, de nuestros pensamientos y sentimientos para ver que son solo emociones, no son nosotros ni una una parte esencial de nuestro ser. Separarse de ellos hará que nos sintamos mucho más autónomo sobre nuestras acciones y decisiones y que nos resulte más fácil expresarnos.
Una forma de separarnos de nuestras emociones es por ejemplo en vez de decir «estoy triste», decir «estoy notando que estoy triste».
3) Conocer los motivos
Aquí es clave que no perdamos de vista nuestros valores y necesidades centrales como parte fundamental de quienes somos y quién queremos ser frente a determinada situación antes de actuar. Debemos guiarnos por nuestros valores como fuerza guía impulsora para determinar nuestras acciones ya que esto facilitará que nuestras decisiones sean más acertadas.
4) Pequeños pasos
Por último, es necesario hacer pequeños ajustes en nuestra mentalidad y conducta, para que estén en sintonía con nuestros valores fundamentales y poder incorporar los nuevos comportamientos como hábitos sostenidos en el tiempo. Preguntémonos: ¿eso que estamos haciendo, nos acerca a lo que queremos ser? Y actuemos en consecuencia. Esto tendrá un efecto profundo en nuestra motivación y compromiso con lo que hacemos. Los 8 pasos de Kotter para la gestión del cambio
Agilidad emocional vs Inteligencia emocional
Según David, la idea central de la agilidad emocional es que vivimos en un mundo frágil y complejo, y que nuestros valores marcan nuestro rumbo. Cuando estamos alineados con ellos, podemos acercarnos más a quien queremos ser en una situación determinada.Y eso es fundamental. La agilidad emocional reconoce que nuestras emociones contienen datos muy importantes sobre aquello que nos importa (valores), y entonces podemos usar esos datos de manera efectiva. No necesitas tecnologías Agile; lo que necesitas son personas ágiles
Por otro lado, la inteligencia emocional consiste en la capacidad de resolver problemas en un contexto de emociones malas pero, a diferencia de la agilidad emocional, es agnóstico en valores. No es que estos no importan sino que simplemente no son parte de la forma en que se piensa actualmente la inteligencia emocional y esa es la principal diferencia entre ambos conceptos.
Psicólogo. Coach Ejecutivo. Fundador y CEO de SoyDigital Network, empresa especializada Digital Business Solutions. Profesor MBA en la Universidad Europea de Canarias. Online desde 1996.
Todo lo que hago es porque creo sinceramente que puede aportar valor a la vida o los negocios de otros.